El día anterior al paseo a las cataratas del Niagara, Rodolfo arrendó el auto. Un Chrysler Cruiser espacioso, confortable, todo impeque. Me llamaron como a las 7PM para ir a dar una vuelta a Mount Washington, sector de Pittsburgh donde se pueden sacar excelentes fotos del resto de la ciudad, especialmente del Downtown. Acepté gustoso la invitación, por supuesto. El conductor era Rodolfo, la copiloto, Andrea. El resto de la tripulación la componíamos Fernando, Katya y quien les escribe. En la primera bifurcación me di cuenta que andábamos medio perdidos... mal indicio, ya que Pittsburgh es una ciudad llena de puentes y bifurcaciones. Para conducir con tranquilidad, es necesario saber para dónde vas y las salidas que debes tomar en los distintos cruces.
- Toma esta vía, Rodolfo... para dónde viro.. ¡para allá no!... díganme hacia dónde sí debo virar, no hacia dónde NO debo virar... devuélte aquí mejor, cruza ese puente... cuál era el nombre de la calle?
Alguna vez leí que el éxito de Napoleón se debía en gran parte a la labor de sus generales, pero claramente en esta historia había demasiados. Al poco rato de dar vueltas nos encontrábamos esperando que cambie la luz de un semáforo, y justo en frente se podía ver un túnel que parecía llevarnos directamente a Mount Washington. La oscuridad no nos permitía ver con claridad unos carteles a la entrada del túnel, y mientras los descifrábamos, el semáforo cambió a verde.
- ¡Ya! - dice Rodolfo, - para dónde.
- ¡Túnel, túnel! gritamos en coro. Rodolfo hace caso, y cuando íbamos entrando al oscuro túnel recordé que alguna vez había visto un trolley saliendo del mismo. Cuando empezó a sonar el auto como si no andubiésemos sobre una superficie pavimentada, me percaté del error y me atrapó un temor paralizante: el túnel era claramente para trencitos pero no para autos. Era una subida y dar la vuelta podía tomarnos tiempo y chocar con un tren en la dirección opuesta. Por suerte, Rodolfo se mantuvo acelerando en el túnel y cuándo salimos, ingresó un trencito en sentido opuesto al nuestro.
Sí, nos salvamos jabonados. Inmediatamente a la salida del túnel, a mano derecha, había una pequeña estación. Ahí nos dimos cuenta que también lo usaban los buses del Port Authority y que estábamos en una vía exclusiva para transporte público, no para vehículos particulares. No se veía forma de salir con facilidad del lugar. Quienes esperaban en la estación nos miraron con cara de "Uds. no deberían estar aquí"... así es que seguimos y a menos de 500 metros, un carro de policía se aparece a un costado del camino y nos obliga a detenernos. Estábamos nerviosos, y empezamos a disparale consejos a Rodolfo mientras en policía se acercaba a registrarnos:
- Mejor me bajo - dijo Rodolfo.
- ¡No! - gritamos a coro - espera que se acerque la policía mejor.
La policía sólo nos preguntó a dónde íbamos, y nos indicó cómo llegar, amablemente. Después de un par de vueltas llegamos a lo más cercano a un "mirador del Mount Washingtion", pero no era exactamente como lo imaginaba. La vista era buena, pero el lugar oscuro, incluso con un tipo que vestía un polerón con capucha, la que ocultaba su cara. El tipo parecía estar esperando por una "transacción". En fin, medio apurados sacamos unas fotos, nos volvimos (perdiéndonos un par de veces en el camino de vuelta) y pasamos a tomar unos refrescos al Station Square. Ya más relajado, le confesé a todos que prefiero no volver a pasar por lo mismo, así es que no más túneles por un buen tiempo.
1 comment:
y porque nunca me habías contado esa historia??? mmmm puede quedar viuda y no me dijiste nada!!!
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