Mar 29, 2007

Crear o Caer

Leyendo el Libro "Crear o Caer" de Marco Antonio de la Parra se ha vuelto a despertar en mí el afán creacionista sin objetivos claros: crear por el gusto de hacerlo, romper tradiciones basadas en sí mismas o simplemente aceptadas por el tiempo que han estado vigentes.

En un primer instante sugerí a mi colega Daniel Guerra, ante su constante búsqueda de métodos que permitan llamar la atención de los estudiantes "bárbaros del siglo XXI" (como decía Ortega y Gasset, aunque me corrí un siglo porque el filósofo se refería al siglo XX). Yo le dije que fuera a hacer clases con traje de hombre rana. Horas después de esta sugerencia dadaísta, me encuentro con que uno de los videos premiados por Youtube es "Ask a ninja", una serie de videos donde un ninja (o un hombre que hace las veces de...) se dedica a contestar diversas preguntas como lo haría un ninja, con su jerga y ademanes. Ahí me acordé de otra frase del libro "Crear o Caer": Parte de la base de que lo que estás pensando ya lo pensó tu competidor.

Tengo un proyecto creativo en el bolsillo: algo que relacione las hojas que caen en el otoño con el estudiantes que llegan a la Universidad. Mi deseo por despertar la ambición de los alumnos, de motivarlos para que amen el aprendizaje, utilzar el autocuestionamiento y auto-contraargumento me hizo comenzar mis asignaturas preguntándoles su nombre y, de modo aleatorio, la razón por la cual estudiaban la carrera en la que estaban matriculados.

Me llevé una gran sorpresa. Algunos recitaron de memoria los catálogos de promoción de la Universidad sobre el contenido de la carrera, pero otros simplemente me dijeron que porque los obligaron, o no les dio el puntaje ni la plata para estudiar lo que realmente querían. Ahí entré en acción: les herí la autoestima al contarles la historia ( real, por supuesto ) de un joven que conocí en el bus que actualmente trabaja en una empresa salmonera de Puerto Montt y que su infancia la vivió en hogares de huérfanos, luego vivió con su madre entre los 15 a los 18 años para luego ser textualmente echado a la calle. Este joven trabajó, ahorró para comprarse una casa, en varias ocasiones no comió durante todo el día, pero aun así terminó sus estudios y ahora disfruta de una buena situación económica y profesional. Eso no quita que tenga miedo, problemas de autoestima (su padre no lo reconoció nunca y cuando quiso hacerlo él mismo se negó. Años después su padre caería preso por asesinato) y una vejez algo prematura. Pero en vez de mostrarme compasivo con las historias de los estudiantes los hice quedar como simples cobardes que aún no se juegan todas las cartas o simplemente no saben lo que quieren.

Eso es todo por el momento, espero sus comentarios...

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