He escrito mucho el último mes usando un cuaderno de croquis que hace años me regaló una amiga y que tenía sin uso. Transcribo lo que escribí hace cerca de un mes atrás, lo que sentía en ese momento:
"En realidad nadie puede hacernos daño, excepto quienes amamos"
Cuando leí por primera vez esta frase me pareció algo absurda, cualquier persona puede hacernos daño y mucho. Pero luego de meditarlo un rato me percaté de su verdad inherente. Aquellos seres en quienes depositamos nuestra confianza y amor, ellos custodian lo mejor de nosotros, son nuestra verdadera fe y motivación en la vida. Si se rompe esta confianza eso destruye de inmediato algo de nosotros mismos, de hecho, nos destruye.
Qué pena siento, no puedo describirla. Yo había depositado mi confianza, amor y deseos en ella, la madre de mi única hija. Pero siempre mi intuición me hacía ver que no sería con ella con quien pasaría el resto de mis días. Y mi hija, por ella es por quien más pena siento, no logro aún olvidar las palabras de Edgardo, un compañero del colegio cuyos padres nunca se casaron y lograron vivir juntos sólo un tiempo, cuando él era pequeño. Recuerdo al Edgardo solitario, introvertido que en una ocasión me confesó que estuvo a punto de suicidarse. Él atribuía gran parte de su tristeza al fracaso de la relación de sus padres.
¿Qué tengo ahora a mis 27 años? tristeza, confusión, incertidumbre. Está última es mi mayor temor, siempre he luchado por evitar las situaciones inciertas. En este sentido presento el mismo mal tiránico descrito por Erich Fromm en "El Miedo a la Libertad", donde sacrifico mi propia libertad por la seguridad de sentir que estoy en un medio conocido y protegido, pero estos últimos años lo único que he experimentado es decisiones en contextos inciertos, y qué más incierto que ser adulto. Este último fin de semana nos juntamos con un grupo de amigos y yo toqué el tema: lo que más me había sorprendido del último tiempo era el enfrentar que ya soy adulto, ese mundo lejano y problemático que de niño siempre lograba atisbar como la época del ser humano donde las relaciones de pareja se tornan complejas y donde los más damnificados son los hijos. Al lado mío estaba la madre de mi hija cuando decía estas palabras. Somos adultos, soy adulto.
Perdón hija, espero que nos perdones por toda la tristeza que deberás sufrir por nuestros errores. Yo siempre te amaré y espero que nunca dejes de amarnos a tu madre y a mí, tu padre.
Perdón.
2 comments:
"Pero siempre mi intuición me hacía ver que no sería con ella con quien pasaría el resto de mis días" ...¿porque no compartistes con tu pareja estos sentimientos? ¿cómo se rompe entonces una confianza que jamás existió?. Sí, pena debes sentir, pero por no haber hablado a tiempo...
No creo que la culpa sea sólo tuya, creo que
los hijos se hacen de a dos ,se crian de a dos.. y los problemas se generan de a dos...quizás no fuiste capaz de tener confianza , pues tu pareja no te la dio.. quizas tus inseguridades pueden proporcionar culpa, pero ella se supone te conocio asi.. o no???
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