Hace un par de fines de semana vi la película "Good Bye Lenin" que trata la unificación alemana desde la perspectiva de Alemania del Este con una visión similar a "la vida es bella" de roberto benini, en el sentido que un hijo hace grandes esfuerzos por evitar que su madre, que sufrió un ataque meses antes de la caída del muro de Berlín y que quedó en estado de coma, sepa de los cambios producidos por la reunificación alemana al despertar meses depués. Si bien son cómicas todas las acciones que debe realizar el protagonista para lograr su objetivo, su historia comienza a tomar vida propia y concluye como a él le habría gustado: con la gente huyendo de una alemania occidental gobernada por una economía consumista de mercado hacia un país donde todos tienen los mismos derechos y donde servir a la comunidad prima sobre los intereses individuales. El modelo no es el problema, si no su aplicación en la práctica con personas. Es precisamente la aplicación del modelo comunista el que se critica en "rebelión de la granja" de George Orwell, autor de la también célebre "1984".
Bueno, el tema es que me dejo una especie de amargura el final de la película y el tener casi la convicción que, de manera individual los seres humanos tenemos buenas intenciones, pero en sociedad, la misma que construimos para resguardarnos de los peligros de la naturaleza, nos preocupamos de nuestro interés individual en desmedro del resto. Y no puedo negar que soy otro burgués soñando el jardín del edén en la tierra, como buen intelectualista.
2 comments:
Leia un comentario de un Haitiano en el The clinic, mi memoria me falla así es que no voy a dar nombres, y el tipo decía que, aaunque en Haiti la pobreza es enorme, aún la gente tiene su dignidad y que aunque la mayoria no sabe leer ni escribir tienen una especie de Universidad de la vida...Creando rosas.. donde hay sólo espinas
mmm entiendo tu posición y me parece que es cuestionable el hecho que siempre midamos felicidad en base a nuestros valores occidentales. Creo que hemos pasado mucho tiempo cerrados en nuestros paradigmas, quizás si conociéramos mejor otras culturas y cómo la gente se siente en ellas, nos daríamos cuenta que los planes de civilización y humanización de los seres humanos no son tan universales como se cree. De seguro que hace varios siglos, cuando en la edad media el promedio de edad era de 30 o 35 años, había gente feliz sin necesidad de todo nuestro concierto de necesidades actual. No quiero establecer de este modo que todo tiempo pasado fue mejor, sino de la relatividad que alcanza incluso a cómo medir el bienestar de las personas.
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